sábado, 5 de noviembre de 2011

La estación...

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La estación...

Era una tarde de otoño. En la estación, el reloj marcaba las 7:15.
El bullicio de la gente animaba un poco esa tarde de Octubre, gente pasando, gente llegando y gente alejándose. Un par de amigos que volvían de un día de ocio, una pareja de ancianitos que despedían con lagrimas en los ojos a su hijo, que tenía que marcharse, una familia que pensaba pasar un fin de semana en Madrid... Y en el centro estaban ellos.
En el horizonte, el sol desaparecía tras un manto de nubes, dejando un rastro de ocres, dando paso a una noche fría, de oscuros azules, acompañados del brillo de farolas viejas en un callejón oscuro, donde el amor tomaba otro nombre.

En la estación, la gente pasaba a su alrededor, agitada, prisas, sentada, calma. Ellos lo sabían. Sabían que el momento llegaba, el día tocaba a su fin, y tendrían que despedirse. Estaban abrazados. Él con sus brazos alrededor de su cintura, ella le abrazaba con su mirada, cautivadora. Cuando ella le miraba así, no necesitaba de brazos, cadenas o muros para saber que lo tenía atrapado, pues él era incapaz de resistir aquella mirada, acaramelada.

Sonó un tren partiendo. Aviso de megafonía. Era su tren. Debía irse. "Un poco" - pidió él - "una vida más" - se decía ella. Ambos seguían abrazados, con los brazos de ella alrededor de su cuello.

Él se inclinó, un poco, y la besó. Fue un beso dulce, una despedida, un "tequiero-losé,yotambién-notevayas-noquieroirme-debeshacerlo,nohayelección". Fue eso y más, un mensaje cifrado, el fin de un día efímero, para ambos interminable a la vez que inexistente.

Nadie lo vió, y dicen que si nadie ve algo, deja de existir, cómo el árbol que cae solo y no hace ruido. Sin embargo, ambos lo sabían, ese beso, despedida, llanto sin lágrimas existía.

Debían separase. El tren, puerta abiertas, invitaba a subirse, pues se marcharía, y ella con él en su interior.
El abrazo se redujo a manos entrelazadas, y las manos en las puntas de los dedos tocándose, sintiéndose, hasta que se separaron tanto que no llegaban la una a la otra. Ella ya estaba dentro, y su rostro decía lo que quería que él supiera. "Te veré pronto" - susurró ella - "Antes de lo que crees" - mintió él.

Las puertas se cerraron, y ella se quedó en el interior, de pie, mirando la puerta, cómo si le viera a través de ella, mientras él al otro lado inclinó la cabeza, suspiró y miró fijamente un punto indefinido en la blancura de la puerta del vagón.

El tren comenzó a moverse. "Te veré pronto" - susurró de nuevo en el interior del vagón. Y mientras, en la estación, el bullicio ensordeció los sentimientos de él.


3 comentarios:

  1. La canción enamora, como la historia, nostálgica y melancólica.

    Las despedidas de tren, por costumbre, pocas veces son felices...

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  2. No quiero que ésto pueda entristecerte ni hacerte sentir mal, pero tengo que decírtelo: me has hecho llorar. Aunque tú no seas el culpable.

    Siento pena ahora mismo, pero tengo que agradecértelo. De verdad.
    Has descrito la última vez que vi a alguien en mi vida. Alguien increíblemente importante y especial. Alguien que posiblemente no vuelva a ver.
    Has dicho todo tal y como fue. Sería invierno y quizás algo más tarde, pero los sentimientos y la forma de expresarlos...igual.
    Has hecho que regresara a ese instante. Y puesto que físicamente no podré hacerlo jamás, vuelvo a decirte que, gracias. Gracias por hacer que lo vuelva a ver.

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  3. Sin palabras.
    Aunque a mí no me recuerda a ninguna situación ya vivida, igualmente pienso que es genial.
    Me pasaré por aquí más a menudo.

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