miércoles, 7 de septiembre de 2011

Sonó su voz...

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Sonó su voz...

Cada palpitación simulaba un ataque contra las costillas... cada latido, un empuje, una fuerza irrefrenable que parecía querer salir del pecho, para poder gritar, de dolor, de profundo y severo dolor, de agonía.

Aun así, seguía avanzando por aquella calle, a pocos minutos de que el sol comenzara a desaparecer a lo lejos, tras la línea de casas y construcciones al final de la ciudad.

Había quedado con ella, y aunque solo fuera por cortesía, debía asistir a la cita, obligado por las circunstancias, que él mismo, en un arrebato de valentía, algo de locura, y un poco de alcohol, se había procurado dos noches atrás.
No había sido capaz esa noche de desoír los gritos y empujes de amigos, con toda probabilidad más borrachos que él, cuando sacó el teléfono de su bolsillo, buscó en la agenda su número, le llamó, y entre risas de fondo y gritos de - "Yo también te quiero"- proferidos por esos mismos amigos que le animaban a llamar,  le dijo - "Hola, perdona que te levante a éstas horas... es que quería hablar contigo..."- se oyó la risa de más de un borracho que trataba de entender la conversación -"No pasa nada, dime"- contestó ella, que acababa de levantarse, tras las primeras dos horas de sueño -"Nada, nada, quería saber... ¿quieres que quedemos un día de estos?..." - "Claro, claro... ¿quieres tú?"- respondió ella, inconsciente de que él le llamaba más empujado por el alcohol que por amor -"Por supuesto... ¿quedamos... mañana?... ¡No, espera, mañana no!" - "¿Pasado mañana, entonces?" - "Sí, sí, pasado mañana, en el StarBucks de tu calle..." - "Vaaale... en el StarBucks, pasado mañana... adios, besitos, buenas noches..." - "Eso, eso, hasta luego" - Click... piii... piii...

Tras algunas felicitaciones, la mayoría con más de cachondeo, para el regocijo de los presentes, que de sinceridad, él se dio cuenta de lo que había hecho... llamarla, a ella, tras tanto tiempo sin ni siquiera atreverse a mirarla a los ojos... aunque también hay que decir que hasta la mañana siguiente, cuando despertó con un ligero  dolor de cabeza, no fue capaz de ver la situación en toda su magnitud.

Y bien, ahora, a pocos metros del StarBucks, recordaba todas y cada una de las acciones que había ideado, con todas y cada una de sus coherente reacciones, y cómo lo había planeado todo para que todo fuera perfecto, para que no hubiese queja alguna.
Había pensado en todo lo que debía hacer para hacerle sentir a ella bien, segura, atendida, tratando de mostrarse siempre tal y cómo a ella mejor le pareciera... aunque sabía que esto no siempre podría ser así, en algún momento la contrariaría, tendrían puntos de vista diferentes acerca de cualquier cosa, por banal que fuese...

Todo, absolutamente todo estaba planeado... excepto aquello... llegó al StarBucks, miró al interior... y nada... no estaba... tanto esfuerzo planeando en cómo hacerle sentir bien a ella, y ni por un momento se planteó cómo se podría sentir él en cada situación... y más en aquella, tan desesperanzadora... ella no estaba... no había acudido a la cita...




Mientras se planteaba todo ésto, notó un pequeño golpe en el hombro y sonó su voz, femenina, sensual, alegre, entusiasta -"¿Entramos?"-.

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